La última serie de artefactos culturales que recorreremos emerge entonces al calor de una década signada por cierta recomposición de lo político (tanto en términos del vínculo entre Estado y ciudadanía como de participación masiva y militancia), por el resurgimiento del debate acerca del pasado dictatorial, por la revisión permanente de la historia nacional y por la consolidación del rock como relato cultural, con el consecuente pasaje desde lo contracultural a lo oficial, pero también por la amplificación hipertrófica de la importancia de los medios de comunicación en la vida cotidiana y por una renovación tecnológica de los soportes de la información, tendiente a acelerar los modos de circulación y procesamiento de la misma.